Se acaba el Torneo de Apertura del fútbol chileno. Si se tuviera que hacer un resumen se podría decir que la Universidad de Chile sigue su buena campaña, Colo-Colo todavía no logra recuperar el rumbo y camina desorientado entre gerentes, jugadores que se van y otros que llegan. Algunos equipos han dado la sorpresa y la final entre la U y O'Higgins probablemente será una de las mejores, al menos el resultado está en suspenso.
Por Soledad VargasEl fútbol, como dice el cliché periodístico del que tanto se ríen, es pasión de multitudes y como buena pasión, desata reacciones inesperadas. Los hinchas sufren, ríen, gritan, lloran, celebran y pelean por lo que pasa en una cancha durante 90 minutos. ¿Qué sería del fútbol sin los hinchas?
En este torneo uno de los protagonistas de la historia fue la hinchada. No importa el equipo ni la cantidad, sino que los fanáticos del fútbol en general pasaron a ser tema de debate tras la implementación del Plan Estadio Seguro, que ha generado polémicas, críticas, manifestaciones en las calles y, quizás, más violencia.
No creo que por principio alguien declare que le gusta la violencia y tiene por objetivo agredir a un otro en el estadio, ningún amante del fútbol debería aprobar la violencia, pero una cosa es aceptar la violencia y otra es comprenderla y entender cómo se genera. Porque nos guste o no, los estadios no son seguros y eso no pasa por el bombo o una bandera.
El Plan Estadio Seguro podría ser una excelente idea si es que sus creadores se sentaran por un rato y reflexionaran respecto al origen de la violencia, el problema del Plan es que quiere tapar el sol con un dedo, sacar la violencia del estadio, cambiarla de lugar, pero no acabar con ella.
Pretender dar fin a la violencia en los estadios impidiendo el ingreso de los bombos, los instrumentos musicales, banderas y hasta paraguas es ser muy iluso y finalmente la discusión termina siendo básica, la pelea es por el papel picado y no el problema de fondo ¿por qué los hinchas se expresan violentamente en un espacio que debería ser de fiesta?
Finalmente el resultado es malo, aunque el gobierno hable fuerte y aumenten las restricciones, igual hay bombas de ruido y bengalas. Sin duda, la violencia continúa cantando “resistire”.
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