La violencia del fútbol va mucho más allá de la cancha y los 90 minutos de un partido, la violencia parece una lapa de la marginalidad, de la desigualdad y no nace ni muere con un partido de fútbol, sino que es constante, se vive en las calles, poblaciones, genera problemas entre vecinos. La barra pasa a ser más importante que los amigos, quizas más que la familia. Algunos dicen que es el efecto post-dictadura, otros como un negocio que los dueños del fúlbol trajeron a Chile, siempre estan los que dicen que le copiamos a los argentinos, al parecer los seguimos en las buenas y en las malas.
Hoy quedo en evidencia que el plan Estadio Seguro es insuficiente, que la violencia es en los estadios es mucha carne para tan poco perro, a las afueras del estadio de Rancagua dos hinchas de Colo Colo se enfrentaron y el resultado fue un muerto, apuñalado por uno que usa sus mismos colores.
ant este escenario creo que es valido preguntarse, ¿qué importan los bombos? ¿qué importa el papel picado? si el Estado no es capaz de enfrentar de manera correcta la violencia en los estadios
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